P. Chicho, Piura (Perú)
Recibimos el testimonio del padre Chicho, redentorista, desde Piura, el epicentro de la catástrofe de El Niño Costero, que ha afectado en Perú a 1.049.083 personas, con 113 fallecidos, 647 heridos y 30 desaparecidos. Según nos transmiten desde Perú, 237.906 viviendas han sido afectadas, 20.301 han colapsado y 17.668 se encuentran inhabitables. Además, 5.048 kilómetros de carreteras se han visto afectadas, 3,290 destruidas, 381 puentes afectados y 225 destruidos.
Piura es una región del norte del Perú, con casi dos millones de habitantes en todo el territorio, la mayor parte del mismo es costa, también tiene zonas de sierra. Fue la primera ciudad fundada por los españoles; por aquí ingresaron a los territorios de lo que era entonces el Tawantinsuyo. La fundación tuvo lugar el 15 de agosto de 1532, otros afirman que fue el 29 de septiembre y por eso le pusieron el nombre a la ciudad de San Miguel de Piura.
Piura es una región con el mar más rico del Perú, de aquí salen las embarcaciones repletas de peces y otras especies marinas a los diferentes mercados del país. Para Piura, el mar es su fuente de sustento y a la vez de acogida de buen número de turistas que vienen a sus playas durante todo el año; pues todo el año hay presencia de sol en esta región.
Ese mar tan generoso y rebelde, como lo es el “Mar Pacífico”, que de pacífico sólo tiene el nombre. Y cómo generoso es el mar para Piura, también puede ser su dolor de cabeza; siendo su esperanza, puede ser también su amenaza.
Pues el mar peruano es una corriente de agua fría -corriente de Humboldt-, sin embargo cada cierto tiempo, últimamente con más frecuencia, en torno a diciembre se forma entre el sur de Ecuador y el norte del Perú una corriente de agua caliente, generándose así el “fenómeno de El Niño”, que según los meteorólogos y otros entendidos, afecta no solo al Perú y a Ecuador, sino también a muchos países que son bañados por las aguas del Pacífico.
Lo de este año se le llama «El Niño costero”; la verdad es que nadie lo esperaba, tan es así que en diciembre del 2016, se iba declarar a la región Piura en emergencia por la sequías de estaban por venir y ya se sentía por entonces.
Si, bien es cierto que los efectos del niño costero se han hecho sentir en las regiones que van desde Lima a Tumbes (1.300 km); la región Piura, es la que ha llevado la peor parte, de tal manera, que se le puede llamar “la capital de El Niño costero”. Han sido dos meses de lluvias intensas y en ese lapso de tiempo el volumen de las precipitaciones equivalen a seis meses de lluvia de un “fenómeno de El Niño” que podríamos decir normal.
Los efectos de El Niño Costero
Los efectos de la presencia de “El Niño costero” han sido malos y buenos o a la inversa. De lo malo o lo negativo deben saber algo ustedes por lo que se ha ido informado a través de los medios, pues, tanto allá como acá, las noticias malas y feas vuelan.
Entre los efectos del niño están las vías de transporte destrozadas, casas inundadas y destruidas, personas que lo han perdido todo, algunos perecieron ahogados; gran número de damnificados asentados en carpas y albergues improvisados para poder acogerlos de modo eventual.
Enfermedades como el dengue, chikungunya y el zika, que lo produce la picadura de un insecto llamado zancudo se han propalado en gran número de personas, a tal punto que los centros de salud y/o los hospitales no dan abasto para atender a los pacientes.
¿Cuándo Piura y las otras regiones afectadas volverán a la normalidad? No lo sabemos; el gobierno central, las autoridades locales van haciendo lo suyo para que la reconstrucción empiece cuanto antes. Por poner un tiempo se habla que dichos trabajos han de durar por lo menos tres años sin parar. El monto que se ha de gastar es incalculable.
Lo bueno del niño costero, tal como ocurre con la vida de un niño en lo humano, que supone trabajo, sacrificio quebraderos de cabeza, retos y alegrías desbordantes, algo parecido ocurre con los efectos de El Niño. Para empezar, lo que era arenales y desierto lunar hasta el mes de enero, hoy luce todo de color verde , hoy luce la vida en los en los campos, con aves que revolotean felices porque el alimento para ellos llegó en los miles de insectos de toda laya, que pululan en las hierbas; los algarrobos, huarangos y ceibos, parecen danzar con el viento del atardecer; agua se ve por todos lados, las reservas de agua en los reservorios para las campañas agrícolas están aseguradas.
Y en medio de tanto dolor, angustia y desesperación, ha ocurrido algo que quisiéramos que perdurara en el tiempo porqué es y será lo único que ayude al pueblo de Piura y al Perú y al mundo a salir adelante y eso es la solidaridad. Han sido los gestos solidarios de la gente del lugar, de otras ciudades del Perú y de fuera del país; de instituciones privadas y públicas que se volcaron a echar una mano y aún lo siguen haciendo; pues los damnificados están allí, esperando una mano amiga y generosa que les ayude a llevar la cruz y el dolor de haberlo perdido todo. Ha sido y es la solidaridad la que mantiene en pie a esta gente que sufre y lucha por levantarse.
Redentoristas en Piura
Conscientes de que no es la mera pobreza material o situaciones coyunturales las que motivan a los Misioneros redentoristas a ir a las periferias a evangelizar, es nuestra fidelidad al mismo carisma con el que nos fundó San Alfonso: “Ir a evangelizar a los pobres y dejarse evangelizar por ellos”. En esa dirección nos lo vuelve a recordar el lema que el último Capítulo General de nuestra Congregación, formuló para este sexenio (2017-2022): “Testigos del Redentor, solidarios para la misión en un mundo herido”.
Allí estamos los redentoristas en esa región de Piura con dos comunidades religiosas: el Santuario del Perpetuo Socorro y la comunidad parroquial San Pedro y San Pablo en Los algarrobos, zona de periferia, poblada de gente sencilla y pobre que va llegando de la sierra.
La extensión de la parroquia es inmensa, debe tener una población de setenta mil habitantes, allí se atiende a feligreses en 14 capillas. La comunidad la conforman tres sacerdotes: pp. Santos Quispe (superior y párroco), Juan Carlos Ortíz e Isaías Medina (vicarios). De esta parroquia son las fotos y la relación de damnificados que les hemos enviado.
Gracias de antemano por su apoyo solidario, gracias por hacer honor al nombre que llevan: Asociación para la Solidaridad, gracias por animarnos a seguir siendo solidarios, con los que menos tienen, en este caso concreto con los que no tienen nada porque lo han perdido todo.