Miguel Ángel Moreno, Buenos Aires (Argentina)
Llevan 20 años trabajando con las mujeres más excluidas de la capital argentina, ofreciendo una “Puerta Abierta” a las víctimas de la prostitución y la trata de personas, y desde hace un tiempo lo hacen también con la colaboración de Asociación para la Solidaridad. Conocemos a las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor de Buenos Aires, y su proyecto “Puerta Abierta Recreando”, en el que colabora AS.
“Les llama la atención que las saludemos. Porque son invisibles”, nos comentan Mariana Serrano, Purificación Mourazos y Noelia Ramírez, las tres Hermanas Oblatas que orientan este proyecto junto a un equipo de colaboradores seglares, por el que pasan alrededor de 200 mujeres de los barrios de Flores, Once y Constitución, de los más humildes de la capital porteña, situados en la zona centro y sur de Buenos Aires.
Aunque tengan sus puertas abiertas en la bonita casa de la calle Humberto Primo, cercana al extremo sur de la bulliciosa Avenida 9 de Julio, el trabajo de las Hermanas Oblatas no solo pasa por la atención a las mujeres que requieren su ayuda, sino que comienza por las visitas a las zonas donde se produce la prostitución, que es “callejera”, según asegura Noelia, en visitas que incluyen los llamados “bares de levante”, en los que se pacta con los clientes.
Para ese primer contacto, parte fundamental es la revista ‘Puerta Abierta’, una publicación trimestral que gestionan las Hermanas y en la que muchas mujeres que forman parte del proyecto tienen un espacio para la expresión, y que es vehículo de comunicación para el primer contacto, pero que también supone un vínculo de pertenencia para muchas de ellas, las que se acercan al proyecto, pero también las que no lo hacen y aún así, coleccionan los sucesivos números que van editando.
En el proyecto, la dinámica pasa por talleres tan diversos como peluquería, computación (informática), diseño de accesorios o un taller de reflexión titulado “Recreando la vida”, a lo que se suman las atenciones de tipo social, jurídico y psicológico.
“Los talleres se han ido abriendo en la medida de las necesidades de las mujeres. Uno de ellos, el taller de peluquería, lo lleva una de las mujeres, que ya hizo la capacitación y está dando el taller a otras compañeras”, explica Purificación, que también destaca la importancia del espacio de la merienda, un momento de oración en el que “se reza, se agradece y se comparte”, y es dirigido por las propias mujeres del proyecto.
Tras 20 años de trabajo en el proyecto, los mismos años de existencia que cumple nuestra ONGD, las Hermanas Oblatas saben de mujeres que consiguen salir adelante, y otras que tras muchos años de conocerlas todavía no han “dado el paso” de acercarse al proyecto. Saben que se trata de mujeres que han llegado de otros países a la Argentina, con la promesa de que “aquí se gana buena plata (dinero)”. Y saben que su objetivo es, como nos cuentan, “establecer un vínculo” con las mujeres, no necesariamente obligarlas a dejar la prostitución.
“Ellas saben que si quieren salir de la prostitución las vamos a ayudar. Aunque no es la condición necesaria”, explican, ya que en el caso de muchas de ellas, llegadas de países limítrofes, como Paraguay, Perú, Brasil o Bolivia; pero también de otros más lejanos como República Dominicana, otra ocupación distinta en muchos casos no les permite conseguir el dinero suficiente para pagar su propia vivienda y enviar dinero a sus lugares de origen.
Ante este problema, las soluciones pasan por el apoyo a las mujeres, a su búsqueda de alternativas y a la necesidad de conseguir la documentación que les permita obtener otras formas de trabajo. Y éste es el propósito de ‘Puerta Abierta’, un lugar desde el que se acompaña individualmente a cada persona, creando un espíritu de comunidad.
“Estos 20 años llevaron a que, puede que no conozcan a las personas que estamos en este momento en el proyecto pero sí a Puerta Abierta. De esta manera, las mujeres saben que tienen la posibilidad de recurrir cuando tienen alguna necesidad, y cuando ese momento llega, se acercan a la casa. Y mientras tanto el vínculo se va creando”, agrega Noelia.
Dos décadas de un vínculo que sigue funcionando en el corazón de la populosa Buenos Aires. Y que ahora también cuenta con el apoyo de los socios de Asociación para la Solidaridad.