Justi Sánchez, Madrid
Conocí a Pedro en mi primera experiencia de voluntariado en Santa Anita (Lima) allá por el año 1998 y mi primera impresión de él fue la de tener en frente a un hombre sencillo, del pueblo y para el pueblo, serio y recio como buen leonés y muy culto. ¡Cómo sonaba la música clásica los lunes por la mañana en el patio de la comunidad saliendo de su habitación!
Al padre Pedro Pérez Núñez, CSsR le brillaban los ojos, cada vez que yo lo veía celebrar en el local vecinal que hacía las veces de comedor, aula de apoyo escolar y de capilla en Mª Inmaculada. Ese local que tenía las paredes pintadas de azul, agujeros por todos los lados, un techo mezcla de paja y calamita o latón por donde corrían a sus anchas algunos animalejos, era especial. Él era feliz allí, rodeado de aquella gente sencilla, su gente, sin aspavientos litúrgicos innecesarios, de una fe inmensa y un corazón ansioso de la paz que Pedro transmitía en sus palabras y en su ser misionero redentorista.
Nunca ibas en coche ni en taxi-cholo a ninguna de las capillas, (salvo que tuvieras mucha prisa, y no era muy a menudo a pesar de la cantidad de cosas que tenías que hacer y la cantidad de responsabilidades que llevabas entre tus manos…) a ti te gustaba caminar aunque fuera de noche a las 5:30 de la tarde para ir a pie de tierra, a ras de suelo, impregnado de polvo de los caminos de Santa Anita.
Junto a ti, a Paco, a César (tus dos grandes apoyos y amigos del alma), a la comunidad de Santa Anita, muchos hemos vivido cosas maravillosas que desde entonces son parte de nuestra historia de vida, sois parte de nosotros y nosotros parte vuestra.
Me acuerdo que los voluntarios de aquél año bromeábamos contigo llamándote “monse” porque eras vicario del Obispo de Chosica (Monseñor Norberto) y tú siempre decías que no eras nada y no te gustaba. En tu funeral aquí en Madrid, rodeado de muchos redentoristas, de tu familia y amigos, me he enterado de todas las responsabilidades que tuviste dentro de la Provincia Redentorista española antes de partir para el Perú: formador, vicario, Superior Provincial… Y tú siempre tan humilde, un hombre sencillo al servicio de los más sencillos.
Tu corazón está en Perú, en Santa Anita, ese distrito 43 de Lima en forma de chancho que tantos llevamos en el corazón, con tu pastoral social (la niña de tus ojos y sus desvelos) ayudando durante 35 años a tantas mamás (primero en los comedores populares autogestionarios) y a tantos niños, en los comedores infantiles, en las bibliotecas, los apoyos escolares, la guardería, la atención de los casos sociales, el apoyo médico (psicológico, dental,…), el apoyo jurídico, tu atención a todo el mundo que llegaba a la parroquia… tú siempre generoso y dispuesto.
El jueves fue el último día que te vi (te fuiste un día señalado, el sábado 9 de noviembre día de la fundación de los Redentoristas) y conectado a tu respirador, y casi sin aliento, aún me hablabas de los comedores, de los niños, del apoyo que aún necesitan de nuestra parte… Aquí estaremos, aquí estará la Asociación para apoyaros siempre que lo necesitéis.
Querido Pedro, te has ido y has dejado un vacío enorme en Santa Anita pero tu corazón sigue allí y aquí con cada uno de nosotros, y estoy segura de hablar en boca de muchos voluntarios y amigos.
Desde la Asociación por la Solidaridad te damos las gracias por haber sido cauce de muchas experiencias de transformación en nuestros voluntarios, gracias por haber sido engranaje de posibilidades, sueños y futuro para tu gente de Santa Anita, del Perú. Te damos las gracias por haber compartido con nosotros ese camino de solidaridad. Seguiremos trabajando contigo codo a codo por la solidaridad y la justicia.
Estamos seguros de que estarás siempre pendiente de toda la gente de Santa Anita, de tus hermanos, de todos nosotros ahora que ya estás al lado de quien tanto te amó y a quien tanto amaste.
¡Gracias Pedro por tu vida! Descansa en la paz.
Justi Sánchez