Este verano de 2011 he realizado mi primera experiencia de voluntariado, acompañado por José y Tere y posteriormente Bea y Noe, con destino a Perú. Nuestro lugar concreto ha sido Lima aunque hemos viajado a la Sierra pudiendo conocer en primera mano las diferencias tanto culturales como sociales de ambas zonas.
La verdad es que desde el primer día nos recibieron en Lima verdaderamente bien y yo personalmente me sentí muy acogido por los compañeros voluntarios y por la comunidad limeña. Con todos ellos hemos compartido momentos difíciles y momentos más bonitos. No podría olvidar mencionar el buen trato y las ganas de trabajar en todo lo que iba saliendo que nos aportó el Padre Tomás, siempre dispuesto a enseñarnos todo desde su percepción crítica.
Trabajamos algunos días con los niños, pero al visitar el Comedor Virgen del Rocío vimos su mal estado y ya que iban a reparar la cocina en la semana de Fiestas Patrias preguntamos a Tomás si podíamos reparar el techo. El techo se les caía a los niños en la comida debido a unas grandes manchas de humedad que tenía. Después de rasparlo y lijarlo, y tras varios intentos fallidos por fin conseguimos darle dos capas de pintura trabajando mañana y tarde. Aunque no fue tarea fácil, fue muy reconfortante poder ayudar aunque solo sea un comedor y conseguir mejorar las terribles condiciones en las que viven.
Lo mejor de la experiencia es que me he sentido parte de la comunidad, para nada me sentí alguien de fuera y pudiendo compartir la cultura, ya sea en las comidas que nos ofrecían, como en las propias celebraciones. Valores como la solidaridad y la humildad se observan en cada visita hecha en el barrio. La trabajadora social Giovana Murrugarra, que pertenece al sector de María Inmaculada, la verdad es que nos enseñó el barrio desde dentro y fue alguien muy importante en nuestra experiencia. Con ella visitamos a enfermos, familias rotas, con todo tipo de problemas y personas que querían que sus hijos comieran en los comedores. Esta vivencia nos acercó mucho a los propios niños y niñas para poder conocerlos y entenderlos mejor, consiguiendo así un cambio brusco en nuestra mentalidad que no será fácil olvidar.
La labor que se desempeña allí es imprescindible para muchos de los habitantes del barrio, ya que se les proporciona una gran ayuda a las familias, sobre todo lo que se refiere a la alimentación, sanidad y estudios de los niños.