Buenos días. Mi nombre es Julián, un joven de 26 años, al que ayer se le saltaron las lagrimas, al darme cuenta que aun existen jóvenes comprometidos con aquello a lo que Jesús nos invitaba; a dejar nuestra casa, amigos, riquezas y recorrer el mundo llevando la Buena Noticia.
Siempre pensé que para ir de misionero había que tener una vocación religiosa y especialmente de aventurero, pero tras el acto (precioso) al que asistí ayer, descubrí que lo único que hace falta es tener vocación por la entrega al otro, con unas grandes dosis de confianza en el padre. Muchas gracias por el ejemplo que dais, por el bien que habéis hecho y vais a hacer, tanto en la parroquia como en Honduras.
Gracias. Julián Gómez Gil-Olarte
Gracias por tu carta. Quiera Dios que esa fuerza misionera se contagie a otros mas! Saludos desde Nicaragua!