Qué tal amigos, ¿cómo va todo? Nosotros por aquí estamos más o menos bien, y digo sólo más o menos porque hace dos días a Isa le dio un tripichín que nos ha obligado a aplazar el viaje a Trojes hasta el miércoles. No parece nada grave, ayer la vio la doctora que atiende en el dispensario médico que mantiene la parroquia, le ha dado algunas medicinas y parece que ha ido mejorando y hoy está casi recuperada. Seguramente algo de esta comida tan nueva le habrá sentado mal, pero no hay que estar preocupados. Por lo demás, hemos estado bastante ocupados los últimos días. Ya tenemos una visión global de San Pedro Sula y de toda la zona que atienden los redentoristas. Ésta se compone básicamente de lo que aquí llaman colonias, que son como barrios muy diferenciados a las afueras de la ciudad, que varían mucho en cuanto a composición de población, nivel socioeconómico, tipo de casas y de vida, etc. En general todas las colonias son bastante humildes, habitadas por gente bastante pobre, que vive en casas hechas con piedra, chapa, cañas, uralita… La mayoría tienen las calles sin asfaltar, y cuando llueve, que es casi a diario, es una juerga salir de casa. Fesitranh, que es nuestra colonia, es de nivel medio, tiene calles asfaltadas, algunos servicios básicos, casas en bastante buenas condiciones (ni mucho menos como en Madrid, claro) y es medianamente tranquila. Hay otras de ese nivel cerca (Las Mercedes, Juan Ramón Molina, Río Blanco), pero también hay otras (Zapotal, El Retiro, Villa del Bosque, Monte Alegre) que son un desastre, no tienen nada de lo que hay que tener, y son un nido de bandas, drogas, problemas. Hay una colonia, sólo una, llamada Campysa que es de gente pija, tiene seguridad privada a la puerta y unas casas de alucinar. Es la única así por la zona, y dicen por aquí que ahí está levantada y habitada por narcos. De ahí a Monte Alegre, por ejemplo, que es una “colonia desastre”, no hay ni diez metros. Y luego están los bordos. Son asentamientos de chabolas que se colocan en la orilla de los ríos y donde vive la gente más pobre de aquí. Crecen sin ningún control, y se ven muchas chabolas que ocupan claramente el cauce seco del río, por lo que os podéis imaginar lo que ocurre cuando hay una lluvia torrencial y viene una crecida… Por lo visto, lo normal es que la gente, avisada, abandone sus cosas, y luego vuelva a reconstruir lo mismo en el mismo sitio o en otro similar. Hace dos noches estuvimos en el bordo de Río Blanco, visitando a algunas familias con dos laicos de aquí… Entrar en el bordo es indescriptible. Desde fuera, desde la carretera, apenas se ven algunos tejados de uralita, algunos cartones y paredes de chapa, camuflados entre la vegetación de las orillas del río, que es mucha. Pero cuando entras descubres una enorme villa miseria que se extiende hacia abajo en varias terrazas, hecha de calles de tierra, estrechas, por las que apenas cabe un coche, e interminables, a lo largo de las cuales se distribuyen las chabolas, llenas de gente, de hombres sin camiseta, de mujeres rodeadas de niños, de ruido de música, de olores, de humo de las cocinas… es realmente impactante. A algunos bordos empieza a llegar cable de luz, y ves que tienen una pequeña televisión en medio de la casa, que suelen ser cuartos de una pieza en los que meten todo: cocina, sillas, camas. Son un importante criadero de pandillas de mareros, de asuntos de drogas y de violencia. Sin embargo nosotros entramos en 5 o 6 casas y la gente nos recibió con lo mejor que tenían: nos sacaban una silla para que nos sentáramos, o nos daban un vaso de zumo si lo tenían. En una de las casas conocimos a un viejito de 90 años que dormía en una especie de choza hecha en el suelo, dentro de la chabola, que se estaba recuperando de un balazo que le habían dado en la pierna y estaba todo el rato dando gracias a Dios. Su hija y su marido fueron muy amables con nosotros y tocaron a la guitarra y cantaron un ratito una canción de acción de gracias. También conocimos a Daniela y a su familia. Es una niña que no tendrá más de 10 años y va al colegio y saca buenas notas, y por eso dice que es la preferida de su padre. Su padre nos enseñó orgulloso su casa, en la parte trasera de la cual tiene un cobertizo donde almacenan pupitres y sillas desvencijadas y un par de pizarras, que utilizan para dar las clases de la escuela de adultos que lleva la parroquia. El padre de Daniela también cría a su sobrina, ya que no tiene padre y su madre está en prisión. En otra casa conocimos a una mujer cuyo marido está también en la cárcel, y se las apaña para sacar adelante a dos niños. El bordo está lleno de niños sin padre o sin madre y la mayoría no van a la escuela. Hay trece bordos como este en San Pedro Sula, y viven en ellos unas sesenta mil personas. Un problema constante en bordos y colonias son los niños sin escolarizar y las madres adolescentes: niñas de 13 a 16 años que se quedan embarazadas y se despiden de su infancia y adolescencia, queman etapas de su vida a velocidades de vértigo. En todo este territorio, colonias más bordos, intentan trabajar los redentoristas. Eso supone que los domingos tienen que celebrar de 7 a 8 misas en lugares a los que difícilmente un 4×4 puede llegar (aquí vamos a todas partes en uno de esos pick ups con la parte de atrás descubierta con tracción doble). Entre semana también celebran misas, cada día en un par de sitios diferentes, un trabajo agotador. Ahora mismo a Nery lo ayudan el Padre Enrique, que está en Panamá pero ha venido aquí por un mes (se va la próxima semana) y Yury y David, uno en proceso de discernimiento y otro a punto de ser ordenado diácono. Pero cuando Se vaya Enrique, y Yury vuelva a los estudios y al noviciado, se quedan solos Nery y David y de verdad que no sé cómo hacen para llegar a todas partes. Además su trabajo va mucho más allá de celebrar sacramentos. Están con la gente, ayudan a todo, llevan todos los servicios sociales de la parroquia, coordinan la pastoral que es mucha y con mucha vida… Tremendo. Otro día os cuento como se organiza la pastoral, porque hay un montón de laicos metidos que hacen muchas cosas, e intentan formar pequeñas comunidades en todas las colonias, incluidas los bordos. Estos laicos ayudan un montón a los sacerdotes, también celebrando liturgias de la palabra donde no llegan ellos. Otra cosa que me llama bastante la atención es la competencia religiosa que hay aquí. En cada colonia hay una, dos y hasta cinco “iglesias” diferentes, de sectas evangélicas distintas, de testigos de Jehová, de mormones… la oferta es brutal. La noche que estuvimos en el bordo, una secta evangélica se reunía en frente del lugar habitual de reunión de los redentoristas (un porchecito con cuatro palos y dos bancos). Los evangélicos estaban a 4 metros, al otro lado de la “calle” y justo en frente, y aporreaban un órgano cantando himnos y hablaban por unos altavoces. Yo le pregunté a Gerardo (uno de los laicos) que cómo hacían para celebrar sus liturgias de la palabra allí, si era imposible con tanto ruido, y él me contestó riéndose que habían conseguido unos altavoces y los ponían más alto aún “¡si unos gritan, los otros gritan todavía más!”. Y para terminar, deciros que ya hemos empezado con nuestro trabajo específico, al margen de visitar comunidades y colonias, con una formación a catequistas de todas las colonias y el bordo de edades de 6 a 13 años. La cosa fue muy bien y yo creo que aprendieron cosas y se quedaron con ganas de más. Hay tantas cosas que hacemos allí que les vendrían de perilla aquí que dan ganas de quedarse seis meses a contárselas… Al terminar todas (porque eran mayoría mujeres) querían que fuésemos a sus casas, a sus colonias, a hablar con sus niños y grupo de catequistas… pero creo que va a ser imposible hacerlo todo. En cualquier caso, allá donde vamos, con la gente con la que trabajamos o en los sitios donde nos invitan, estamos atentos para tomar nota de las necesidades, para plantear las posibles nuevas vías de trabajo en esta comunidad. Nada más de momento, esta tarde la teníamos más libre, por lo que he aprovechado para escribiros largo y tendido y más teniendo en cuenta que no sé cuándo podremos volver a dar noticias, ya que en Trojes la cosa es bastante más rural y dura. También os adjunto unas fotillos para que veáis algunas cosas de las que os cuento. Nos acordamos de vosotros, cuidaos mucho y hasta dentro de poco. Besos y abrazos,
Isa y ángel
Hola hermanos y amigos:
Gracias por compartir sus experiencias en nuestros pueblos de Honduras y especificamente donde nos encontramos Los redentoristas.
Les comparto que en Trojes seguimos esperando comunicarnos con ustedes, para continuar con los proyectos que sean necesarios.
Un abrazo.
P. Dimas CSsR.