Comunicación AS, Madrid
Lobito es la tercera ciudad por población de Angola, la segunda por importancia económica detrás de la capital, Luanda. Como ciudad ribereña a las orillas del Atlántico tiene una gran actividad comercial y pesquera, con grandes empresas asentadas en ella. Sin embargo, el desarrollo económico no llega a todos los lugares, y en los barrios periféricos, donde vive la mayor parte de población, escasea el acceso a todo lo básico y algunas mujeres se ven abocadas a ejercer una prostitución “de supervivencia”, en ocasiones, a cambio de un plato de comida.
“Son mujeres con problemas de autoestima, problemas en sus familias. La mayoría de estas mujeres ejercen la prostitución por un plato de comida, por pasar la noche en un lugar resguardado… Por situaciones de supervivencia. Otras que encontramos están en grave riesgo de prostituirse. También es grave el problema de salud sexual”, explica en comunicación con Asociación para la Solidaridad, la hermana Dilia López Meneses, OSR, responsable del proyecto ‘Renascer’ que las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor mantienen en Lobito desde 2007.
«Ofrecemos un refuerzo alimentario básico que para muchas mujeres y sus familias es la única comida»
Dilia es colombiana y lleva once años en Angola como parte de la comunidad de las Hermanas Oblatas. Con un musical español mezclado con vocablos portugueses nos explica la situación de las mujeres que atienden en el proyecto y los servicios que en él ofrecen, con los que colaborará AS en esta Campaña de Navidad.
Renacer en Lobito
“Tenemos un centro de día en la zona céntrica de la ciudad, la zona comercial. Aquí llegan mujeres de los diferentes barrios y de la periferia. En esas zonas vive la mayoría de la población con situaciones muy difíciles, problemas de acceso al agua, a la luz, al alcantarillado… Cosas básicas”, relata Dilia.
El centro ofrece desde un refuerzo alimentario básico por las mañanas -“como un desayuno reforzado, para muchas mujeres es su única comida”, puntualiza la religiosa- hasta servicios de asesoramiento sanitario, formativo o para el empleo. Asimismo, acompañan a las mujeres que han adquirido el VIH para obtener la medicación estatal. En algunos casos estas mujeres tienen hijos que también han contraído la enfermedad.
En su equipo cuentan con una psicóloga, una sexóloga, dos educadores sociales o un educador psicosocial que se encarga de ayudar a las familias en sus gestiones con la sanidad pública, ya que muchos no tienen siquiera documentación para acceder a estos servicios. ‘Renascer’ ofrece a las mujeres cursos de formación, con maestros que en colaboración con el Ministerio de Educación angoleño consiguen que las mujeres que están preparadas accedan a la escuela pública.
También ofrecen cursos de formación profesional en ámbitos como hostelería o informática, y buscan contactos con empresas para conseguir que accedan a un puesto de trabajo ‘formal’, o las apoyan para que salgan adelante a través del comercio ‘informal’ en la calle, que es muy común. Para apoyar ese trabajo, cuentan con una voluntaria que se encarga de cuidar a los hijos de las mujeres que acuden a clase.
En contacto con las autoridades tradicionales
La comunidad oblata llegó a Angola en 1995, donde abrieron su primera comunidad en la capital, Luanda. Fue en el año 2000 cuando comenzaron su trabajo en Lobito, realizando atención en la calle a las mujeres que se veían obligadas a ejercer la prostitución. Pero para ello tuvieron que encontrar la manera de acceder a los barrios, para lo que era necesario contactar con los ‘sobas’ o autoridades locales.
«Al principio tuvimos que pedir autorización a los ‘sobas’, las autoridades tradicionales en Angola»
“Al principio los educadores hacían un trabajo muy fuerte, porque aquí hay unas autoridades tradicionales, llamadas sobas. Cada barrio, cada zona, tiene las suyas. No forman parte del Gobierno, pero son reconocidos por la comunidad, y en algunos casos son hereditarias. Ese ‘soba’ conoce la comunidad, sabe sus problemas, y los traslada al municipio. Sin su autorización, no podemos entrar en los barrios”, explica Dilia.
La prostitución en Angola es clandestina y está penada expresamente por la Constitución Angoleña. Esto dificultaba aún más entrar en contacto con las mujeres, aunque las Hermanas Oblatas han conseguido que su labor y el Centro ‘Renascer’ sea una referencia para quienes sufren esta situación. “El trabajo fue fuerte entonces, pero ahora son las mujeres quienes más lo difunden, además de los coordinadores que pasan por los barrios”, apunta.
Trabajando en conjunto
Por ‘Renascer’ han pasado en unos ocho años 850 mujeres, con distintos acompañamientos psicológicos, de desarrollo personal, de prevención de la salud, de refuerzo escolar, de formación profesional o de alfabetización. Actualmente, acuden al centro algo más de un centenar de mujeres y una veintena de niños; sumando beneficiarios directos e indirectos superan las 200 personas.
Angola es, en palabras de Dilia, un país “rico en recursos, pero muy caro”, con condiciones “muy complicadas” en las periferias de grandes ciudades como Lobito, que fuerzan a sus habitantes a la supervivencia y a algunas mujeres a ejercer la prostitución. Desde este pequeño proyecto, las Oblatas las ayudan a renacer.
Hola, solo una nota para corregir en el texto:
Las primeras hermanas Oblatas del Santísimo Redentor llegaron a Angola en 1995, la primera comunidad se abrió en Luanda, la Capital del país. Cinco años después, en el año 2000, se abrió una segunda comunidad en Lobito (Benguela), donde está el proyecto Renacer objeto de esta campaña.
Hola Carmen.
Muchas gracias por la matización. Lo incluimos en la nota.
Un saludo y gracias!