Miguel Ángel Moreno, Madrid
La lluvia incesante que cayó sobre Madrid durante la mañana del 28 de noviembre y las sucesivas fronteras que tuvieron que superar los integrantes de la Marcha Solidaria para recorrer los 15 kilómetros que separan la parroquia de San Gerardo de la del Santísimo Redentor no fueron suficientes para frenar el ánimo de los caminantes que transportaron medicamentos, ilusión y solidaridad con la mente y el corazón puestos en el proyecto en Mbanza Ngungu (República Democrática del Congo).
El camino comenzó con una oración en la parroquia de San Gerardo, en la que ambientamos el objetivo de la Marcha, presentamos los ‘medicamentos’ que íbamos a transportar durante el recorrido y soñamos con la canción ‘Hecho con tus sueños’ de Funambulista, que nos dio el ánimo necesario para arrancar la caminata. Unos juegos de conocimiento y el reparto de los medicamentos por grupos, además de la preceptiva foto de presentación, dieron el pistoletazo de salida.
El día se levantó gris, con nubes cargadas que amenazaban lluvia. Y no tardaron en cumplir. Apenas habíamos iniciado el paso por la Casa de Campo cuando comenzó a caer una lluvia fina pero insistente que nos acompañó durante toda la mañana. Sin embargo, el ánimo no flaqueó, e incluso los grupos se esforzaron en mantener secas las cajas de las preciadas medicinas protegiéndolas con bolsas.
La llegada al Puente del Rey para el segundo punto de sellado de los pasaportes tuvo un obligado compás de espera, debido a que uno de los grupos de jóvenes caminantes había extraviado el camino. Los colores otoñales de la Casa de Campo debieron despistar a más de uno, y una.
Parada, descanso y juegos
Pasado el pulmón verde de la capital, cruzamos la Gran Vía y realizamos algo de recorrido por el barrio de Malasaña para terminar haciendo meta en el Perpetuo Socorro, animados en los metros finales por Damián, que anunciaba con alegría que los bocadillos estaban cerca.
Los bocadillos, las bebidas y los dulces preparados por los jóvenes del PS permitieron a todos descansar y reponer fuerzas necesarias. Mientras algunos aprovechaban para pulir su maestría al tenis de mesa; otros huyeron brevemente para tomar un café en alguna de las cafeterías cercanas.
Sobre las cinco de la tarde, volvimos a reunirnos en el salón de actos del PS para realizar unos juegos en los que reflexionamos sobre el concepto de frontera, haciendo ‘transporte de mercancías’ de una forma muy especial: con cucharas en la boca.
También tuvimos que representar situaciones en una foto fija, una actividad muy divertida en la que todos colaboraron y pusieron su punto artístico para formar retratos estáticos divertidos y evocadores.
El último esfuerzo
Tras los juegos, retomamos el camino para realizar la última etapa de nuestra singladura, en busca de Santísimo Redentor, su anunciado chocolate calentito y el Concierto de las Velas.
Nuestra última parte del camino tuvo algo menos de lluvia y cambió el paisaje natural de hojas de la Casa de Campo por las luces de Navidad que adornaban el Paseo de la Castellana.
Con algunas dificultades a la hora de llevar el rumbo, la unidad de la caminata se disolvió en pequeños grupos que arribaron, con mayor o menor cansancio, a nuestra parroquia de Plaza de Castilla, donde nos acogieron con un chocolate, unas pastas y un Coro 9 preparado para deleitarnos con una descarga de música, alegría y felicidad.
Pero esto, ya lo contaremos otro día. Solo les deseamos una cosa: ¡Furaha!