Casi como un mantra, repito a menudo esta frase desde el pasado fin de semana. La escuché de uno de los ponentes del Curso de Voluntariado que ha organizado, un año más, la ONGD Asociación para la Solidaridad.
Hombres y mujeres de diferentes edades, con profesiones variopintas, que viven en ciudades equidistantes y con situaciones personales dispares, nos dimos cita en el Instituto Superior de Ciencias Morales (ISCM) para formarnos y acercarnos más y mejor a ese mundo del voluntariado que a todos nos interpela, tal y como lo hace el mensaje de Jesús de Nazaret.
Y tal vez, por eso, porque hay muchos que siguen buscando la forma de construir “el Reino de Dios y su justicia”, este curso es posible. Gracias a los miembros de toda la familia Redentorista y a las personas que compartieron con nosotros su trabajo, su vocación y sus valores, sus vivencias… hoy estamos todavía más convencidos de que merece la pena luchar por un mundo más igualitario y más humano.
En este primer fin de semana, nos hemos acercado al Cuarto Mundo, ése en el que muchas personas que viven tan cerca de nosotros están excluidas, marginadas y arrinconadas por diferentes motivos. Y, a pesar de la dureza de muchas de las experiencias de quienes están inmersos en él, también constatamos que hay esperanza, que se puede conseguir un mundo diferente, que “luchar es vivir”.
Conocimos algo más sobre el nuevo orden internacional y las caras de la pobreza. Nos aproximamos a la raíz de este mundo desigual en el que la brecha entre ricos y pobres se hace cada vez más grande. Analizamos las caras de la pobreza y, al acercarnos, sentimos, de nuevo, que no podemos quedarnos al margen, que debemos actuar… “pensar en macro y actuar micro”. Repasamos, también, los mecanismos de respuesta en la Cooperación Internacional, una realidad compleja que hay que conocer y entender.
Y también nos preguntamos qué significa eso de ser voluntario, analizando cuáles son nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras acciones… ¿Caminamos hacia la construcción del Reino de Dios y su justicia? La parábola del Buen Samaritano, nos dio muchas pistas para actuar en pos de él. Con la mirada adecuada, con las gafas de lo positivo siempre puestas y el corazón en sintonía, todo es posible.
El domingo los voluntarios que el verano pasado estuvieron en campos de misión compartieron con nosotros su experiencia y la realidad de estos paises: Costa de Marfil, Perú, Honduras, Nicaragua… testimonios, fotografías, videos, música… que nos trasladaron a cada uno de esos países, que nos hicieron implicarnos emocionalmente con los problemas de sus gentes y gozar con su tremenda humanidad y ejemplo de dignidad.
El próximo mes de marzo continuaremos este curso con el firme objetivo de hacer de la solidaridad el camino que nos lleve a hacer presente, con nuestros pensamientos, sentimientos y acciones -aquí y ahora- el Reino de Dios y su justicia, que no es otra que el amor, la misericordia y la compasión.
Mamen Serrano Morales