Comunicación AS, Madrid
Juan Sánchez Dávila, de Salamanca, fue voluntario con AS en Trojes (Honduras) hace diez años. Ahora, una década después, vuelve a rescatar esa experiencia con este vídeo y con el texto que reproducimos a continuación. ¡Gracias por ese esfuerzo y por la vivencia compartida!
Ahora hace diez años estaba en un camino sin retorno, montando en un avión con destino ilusión y unas cuantas lágrimas a mi espalda.
Tenía 25 años cuando sabía que me iba a ir. Quería cambiar aquella vida y plasmar de alguna manera todos los años de activismo en mi parroquia y mi ong. Algo había que hacer. Yo quería “ayudar”. Con una enérgica e intensa trayectoria en mi ONG Asociación para la Solidaridad (AS) desde mi Parroquia de Santa Teresa en Salamanca estaba ávido de una sensación desconocida. Habían sido años de mucho movimiento, mucha ingenua solidaridad desprendida, muchos mercadillos, muchas reuniones, fríos y calores.
Nunca fui sobrado de fe, eso que dicen que existe pero que no ves. Pero si que AS era el brazo ejecutor de mis pensamientos cristianos inculcados, de forma y manera persuasiva, por los Misioneros Redentoristas. Quise un día seguir a su fundador, San Alfonso Mª de Ligorio y misionar. Quería visitar pobres….que ignorante pensamiento!!
Dejé mi trabajo a pesar de mi escasa formación académica, ya me buscaría la vida al volver. Nunca una decisión tan arriesgada e insolente me generó tanta felicidad en el presente y sobre todo para lo que estaría por llegar. Cuando comuniqué a la familia mi decisión un carrusel de inquietudes se empezó a generar. Pero la ilusión era tan intensa que aquellos meses sentirse voluntario era sinónimo de salvador.
Absolutamente lejos de la realidad, aquella decisión la estoy disfrutando plenamente diez años después. Aún lejos de de cierta madurez , mi cabeza me impedirá serlo nunca, vibro cuando leo, veo y siento a los verdaderos solidarios. Respeto y apoyo a los cooperantes que perciben una pequeña aportación pero beatifico a todas aquellas personas en el mundo que se dedican a hacer el bien sobre cualquier razón, a aquellos que no viven la solidaridad como la conquista de un espacio que no les corresponde.
De todas las reflexiones que he hecho durante muchos años la más importante es la que me invita a recordarme que los voluntarios o solidarios tenemos en numerosas ocasiones un sentido colonizador de la historia. Me ruborizo cuando se habla de que yo fui a ayudar. No amigos, no. Ese es el gran error. Lo que yo he recibido es mucho más de lo que pude dar, infinitamente mayor.
Dicen , y lo suscribo, que la justicia social es la razón principal del Evangelio. Un fin. No hay nada más justo que saber que la miseria que en muchos lugares del mundo existe es a raíz del egoísmo del resto del planeta. Siempre afirmé que para que haya ricos tiene que haber pobres, reflexión esta que desgraciadamente podemos reflejarla en nuestro bendito país.
No soy, no me siento ningún héroe por haber hecho este viaje. Soy uno más de los numerosos jóvenes que quieren darle un sentido a su vida a base de una experiencia vital y además con la gente de casa. Así siento a todos los Misioneros Redentoristas que pasaron por mi casa a tomar café con su otra madre, mi madre. La parte más importante de mi vida la pasé en la parroquia; feliz, muy feliz y agradecido porque cada día que pasa estoy más agradecido de los valores que mi madre nos inculcó en casa. E ir a la Parroquia de Santa Teresa me ha generado lo mejor de la vida por que el mensaje redentorista es tan hermoso que merece la pena vivirlo. Algo contradictorio con mi actual ateísmo incontrolado. Y de esto también tiene culpa Trojes.
Gracias por dedicarme 26 minutos de su vida y gracias a todos los que no salen en los créditos que han formado parte de mi vida antes y/o después. Sólo les digo una cosa más: vivan como quieran…. pero solidarios, algún día la escalera puede ir en dirección opuesta.