Antonio Puerto Diosdado C.Ss.R, Belice
En Belice el tiempo pasa más rápido aunque todo va más lento. Ni me he dado cuenta, pero ya llevo aquí un tercio del tiempo previsto. El domingo llega casi por sorpresa todas las semanas y entonces me pregunto qué fue del resto de los días. Entre celebraciones, visitas a las escuelas y comunidades el tiempo pasa volando. Pero lo que voy viviendo es precioso y aquí he vivido experiencias de esas que son muy difíciles de narrar con palabras.
El trabajo es abundante y muy variado. En la misión que tenemos encomendada en Belice uno puede trabajar hasta cansarse y nunca podrá decir que ha acabado. La zona parroquial es inmensa, en ella hay 20 comunidades católicas dispersas por las aldeas, 12 escuelas y algunos proyectos, entre el que destaca la atención a las personas con VIH. Las visitas y atención a estas realidades se hacen difíciles, sobre todo cuando la comunidad es tan pequeña, somos sólo cuatro redentoristas.
Pero todo ese trabajo no es una carga, más bien una bendición y toda una experiencia espiritual. Pese a la actividad abrumadora que tenemos, voy descubriendo que nuestra iglesia es contemplativa no porque se encierre, sino porque en cada rostro humano contempla el rostro de su Señor. Un peligro podría ser el perderse en el hacer por hacer. Sin embargo, es la fe la que nos mueve, es el Espíritu Santo el que nos da fuerzas y es el amor de Dios en Cristo el que nos colma e intentamos compartir.
Es este deseo de compartir el amor de Dios presente entre nosotros la razón por la que estas fechas navideñas van a ser tan distintas a las que hasta ahora he vivido. En España este es un momento fuerte para la vida comunitaria y hacemos oración y celebramos juntos. Aquí, en la misión de Belice, sin perder la dimensión comunitaria, vamos a tratar de priorizar la visita a las veinte comunidades para celebrar con ellos estas fechas tan importantes para los cristianos.
Desde Belice me acuerdo mucho de vosotros. De alguna manera estáis también aquí conmigo. Juntos estamos trabajando en un proyecto común. Desde los rastrillos, cenas, conciertos y otras actividades solidarias que se realizan en este tiempo navideño desde la Asociación para la Solidaridad se mantiene el trabajo misionero en comunidades necesitadas como en la que me encuentro.
Con vuestro esfuerzo hacéis posible la sonrisa de los niños y niñas y el brillo en los ojos de sus padres. Hacéis posibles cosas preciosas que por Belice tengo el privilegio de poder compartir.
Pero recordad que en España también se puede ser misionero y solidario. Eso me lo repite con frecuencia mi madre (creo que para que no me marche tan lejos). No es necesario irse fuera de España para ver situaciones de necesidad extrema. Tanto en la realidad que vive España hoy, como en Belice, podemos hacer algo para que estas fechas tan destacadas (y también el resto del año) puedan ser mejores para muchos.
Espero que tengáis una feliz Navidad y mis mejores deseos para el año 2015 que comienza. Acojamos con alegría el sol de nuestra esperanza (el tercer símbolo de nuestro logo) que en estos días nace, tiene rostro de niño y un nombre propio: Jesús.
Gracias por vuestra solidaridad y no olviden orar por los misioneros.