David Pérez, Madrid
No por atípico, el Encuentro de voluntarios celebrado este fin de semana (22-23 de junio) en el Perpetuo Socorro de Madrid ha sido menos fructífero. Quienes tienen experiencia en campos de misión saben que lo imprevisto, en ocasiones, es oportunidad de crecimiento, y que los contratiempos vienen acompañados de momentos de Gracia. En esta dinámica hemos vivido estos días algunos de los voluntarios que en verano viajaremos a los distintos campos.
No éramos muchos, ni estábamos todos pero eso nos hizo ganar en intimidad y profundidad. El programa se flexibilizó, como muchas veces hay que hacer al otro lado del charco, y esto también nos posibilitó reflexionar sobre la figura del voluntario con otras herramientas y desde la óptica de la entrega total y el martirio.
Pero quizás lo más importante de este Encuentro sea construir comunidad: comunidad de voluntarios y comunidad universal con otras comunidades. Así, tuvimos la suerte de participar en la Novena del Perpetuo Socorro y dar testimonio de voluntariado internacional junto con otras iniciativas de acción social. Y también proyectar nuestra futura labor ante las demandas concretas de las comunidades de acogida en Nicaragua (Managua) y Honduras (Trojes).
Noe nos dotó de herramientas para el camino: una linterna, una cuerda y un sable, metáforas de nuestras capacidades, nuestras potencialidades y la realidad de lo que somos. Justi nos trasportó a Perú a través de su gastronomía (exquisito ají), Paloma se hizo presente y nos aportó su cariño y cercanía, y Rafa nos mostró una vez más el significado de la acogida, la atención y el cuidado.
Quisiera agradecer también a Damián el sentido testimonio de su experiencia en India. Todos ellos han hecho especial este encuentro.
¡Ya estamos en camino! La experiencia de voluntariado comienza en el trabajo previo y la ilusión se alienta en el contacto con tus compañeros de camino, los presentes y los ausentes. Dolo, Jose, Alfonso, Bea y yo, ya tenemos el corazón dispuesto.